PRÓXIMA COMIDA

De momento, sin previsión :·(

Por favor, animaros y me decís quién y cuándo organiza la próxima comida.













Nochevieja 2010

Este año la fiesta de Nochevieja empezó complicada.
Primero buscando el lugar:
Pensamos en buscar un cortijo pero, cuando nos decidimos, los que habíamos visto y seleccionado ya estaban ocupados. Después preguntamos a ver si alguien ofrecía su casa, sin éxito. Barajamos irnos a la nave de Gema pero pensábamos que haría mucho frío. Y finalmente decidimos alquilar el Molino Jabonero. Obviamente nos salía más caro que hacerlo en casa de alguno de nosotros, pero seguía siendo mucho más barato que buscar una cena por ahí, más la posterior fiesta. Además, así podíamos llevar a los niños y, por último, el local estaba mucho mejor dotado que nuestras casas para organizar una comida tan numerosa y "de etiqueta": Teníamos espacio, mesas, vajilla, cubiertos, una cocina grande y preparada, equipo de música, climatización, chimenea... Vamos, un lujo.
Pero si buscar el lugar parecía difícil, luego venía ¡EL MENÚ!
Rumbosamente, Juani dijo que este año guisábamos los tíos. Yo me eché las manos a la cabeza. Con lo fácil que es decir que cada "pareja" se traiga algo de su casa. Entre dos personas que se quieren, ¿qué más da quién cocine la cena? Y en caso peor, se puede comprar algo preparado, unos pasteles, un queso... Incluso engañar a la suegra para que prepare ese plato que "tan bien le sale" y que "a nuestros amigos les va a encantar".
Pero no, este año guisábamos los tíos. Y claro, una vez que se habían hecho la ilusión, cualquiera le decía a nuestras señoras lo contrario. Aunque, como ellas necesitan poner siempre algún pero, inventaron alguna cosilla para protestar con la boca pequeña:
- Que a ver qué menú íbamos a preparar...
- Que a ver cuánto nos iba a costar...
- Que seguro que ese día con la cosa de "la preparación" nos poníamos ciegos y a las 12:30 de la noche estábamos todos pidiendo la hora...
¡Qué lejos quedan esos tiempos en que la Rubia de Morales decía en la Feria de la Tapa del Rincón de la Victoria: "Imposible que estén todavía de cervezas. Mi Francis no es así. Eso es que les tiene que haber pasado algo"!
Por suerte para mí (o más bien por desgracia) esa ocasión me la perdí y me libré de la bronca, así que puedo recordarlo sin temor a tener que dormir esta noche en el sofá.

En fin, que la cosa pintaba complicada. Afortunadamente sobre mí no recaía mucha presión. A un tío que "prepara" una pizza del Mercadona y se le quema, le basta con no acercarse a la cocina (¿para qué arriesgarse?) y luego escribir en el blog que estaba todo muy rico y que las niñas iban muy guapas para cumplir sobradamente con las expectativas depositadas en él. Tímidamente sugerí encargar algo en el pilón sabores, pero no me hicieron mucho caso. Había que enfrentarse al desafío y superar este reto. Así que, como decía, este año la fiesta de Nochevieja se presentaba complicada.

Sin embargo, el día D todo transcurrió como una seda:
Durante la preparación el ambiente estuvo tranquilo. Cada uno colaboró en lo que pudo, nadie se emborrachó y se preparó un menú de lujo. Estuvimos currando, pero entretenidos con la charla, la música, las tapitas, el carpaccio de Pepe... Hasta yo encontré una actividad culinaria adecuada a mis capacidades. Meter uvas en vasos de 12 en 12. Como sería la cosa que me envalentoné y hasta corté queso. Bueno, para ser honestos tengo que admitir que con las uvas también estaba liado Josema y nos auyudaron Ismael y Juanjo, pero es que las muy ladinas se resistieron mucho, aunque no les sirvió de nada. También hubo que fregar cacharros, poner la mesa... Vamos que a la hora de la cena hasta el más perro estaba orgulloso de su colaboración.

Así que todos los temores y malos augurios resultaron infundados. ¿Será que nos estamos haciendo viejos? Eso en nuestros tiempos no pasaba. Antes íbamos por allí, no preparábamos nada y pillábamos una cogorza, para terminar intentando "alquilar" unos pollos asados. Pero como a esas alturas ya no quedaban, cada uno arramblaba con lo que podía de su casa y resultaba un menú extraño. La mitad llegábamos tarde y sin duchar... O quizás sea que con el transcurso del tiempo uno "idealiza" sus recuerdos..
No sé, en cualquier caso, el jefe de cocina de la "operación polvorón" fue el señor Diego Kogan que como siga así lo vamos a nombrear cocinero vitalicio y los demás a hacer el vago y a engordar con sus deliciosos platos.
Cuando llegaron las señoras todo estaba en perfecto estado de revista. La comida preparada. Una mesa bien colocada y adornada. Los niños en un rincón, al lado de los papás y lejos del fuego y de las mamás para que estuvieran tranquilas. Ellas al lado de la candela para que estuvieran calentitas... Lo cierto es que, como la mesa, ellas también venían bien adornadas y monísimas, aunque mataítas con los tacones. Y eso que íbamos a un cortijo y en familia. No quiero ni pensar cómo habrían sido los modelazos si hubiéramos ido a un hotel.
Luego, durante toda la noche nos fuimos levantando nosotros a traer y llevar platos para que ellas pudieran charlar tranquilamente y alardear cada una de lo bueno que es su marido. En fin, una cosa sin precedentes. Todos colaboramos y hasta vimos a Gerardo barriendo, que hasta ahora sólo habíamos visto algo similar cuando jugamos al juego de la escoba, pasándola con ritmo al siguiente sin dejar de bailar. Y es que el matrimonio nos revela a todos habilidades desconocidas hasta entonces incluso para nosotros mismos.

Para comer, Diego preparó una crema de lentejas con gambas y setas que a pesar de que el nombre echa para atrás y su aspecto era bastante repugnante resultó estar exquisita.
Además, preparó ensalada de gulas, unas gambitas al pil-pil, un bacalao al azafrán que quitaba el sentido y, para rematar, terminamos con media vaca cortada en filetitos para hacerla a la piedra. Creo que era lomo alto de novillo. ¿O bajo? Bueno, el lomo entero, seguramente. Por consideración a los vacófobos, también había un poquito de cerdo ibérico que no le desmerecía en nada y otro poquito de pollo "por si alguien no podía comer carne". Además preparó el pollo al chilindrón de medio día porque claro, los cocineros no se pueden alimentar del aire.

Aparte pusimos unas tapitas de paté con mermelada, cortamos unos platillos de jamón y queso y otros embutidos. Tote preparó un steak tartare que aunque muchas decían que no pensaban probarlo terminaron comiéndoselo a dos carrillos. Y las mujeres se dejaron caer con unos postres caseros que, milagrosamente, encontramos un hueco para poder colocarlos. Mi favorito fue el yogur griego que trajo Susana, quizá porque era tan suave que se colaba entre los intersticios de la comida que tenía en el estómago ajustándose perfectamente para acabar de rellenarlo por completo. Aunque cada uno tendrá su propia opinión y puede decir lo que quiera, que para eso están los comentarios.
Pero sobre todo, os pediría que me mandéis las recetas para subirlas al blog y compartirlas, igual que hacemos con las fotos. La pena es que yo no tengo termomix.

La cena transcurrió charlando y riendo hasta que vimos que se estaba acabando el vino. Empezamos a mover las botellas de un extremo a otro de la mesa (hombres versus mujeres, como siempre). Incluso escondimos una debajo de la mesa para evitar que pudiera caerse y romperse con tanto meneo. Al final Tote fue a su casa y trajo más vino. Era la segunda vez que iba a lo largo de la noche porque también bajó a por Isa y se cruzaron por el camino, con lo que eso jode.
Para la carne trajimos varias piedras, una de Francis de tamaño XXL que había que transportarla entre dos personas. Diego trajo dos piedras y una de ellas se partió al terminar la comida (R.I.P.). Así que digo yo que tendríamos que indemnizarle con lo que haya sobrado.

Con los postres hubo que darse prisa porque se nos echaba encima la hora de las campanadas. Hasta pensamos en tomar las uvas y luego seguir cenando. Pero finalmente nos dio tiempo a terminar y recoger un poco, aunque dejando los postres en la mesa para poder reengancharnos.
Con el tiempo que hace ya, me falla la memoria, pero recuerdo que había bizcocho, yogur griego y flan.

Después de las uvas y los besos empezamos el baile, muy animado y con un cotillón muy chulo con pelucas "de Bisbal" y felpas con antenitas de marcianos. Poco a poco, los que venían con niños fueron desapareciendo y lo mismo hice yo, así que me perdí los acontecimientos de última hora. Por lo menos no me enmborraché y del rato que estuve me acuerdo con bastante nitidez. Y es que en esta ocasión no me hinché de cubatas después de la cena sino que decidí (aunque no sea ni lo uno ni lo otro) seguir la máxima según la cual:
El borracho fino,
después de comer, bebe vino.

Aunque lo cierto es que algunas cosas se las he tenido que consultar a Eva, igual sí bebí más de lo que recuerdo. De todos modos ya sabéis que, aunque hubiera estado a base de agua, mi memoria no es precisamente fotográfica.

Y con esto podría haber terminado la cena de Nochevieja, pero resultó que comprando una paletilla te regalaban el salchichón y el lomo ¿y el queso? o algo así. Total que al día siguiente hubo que ir de nuevo a comerse "las sobras" (un cuarto de vaca, media paletilla, medio queso, un bacalao en salsa, varios postres, etc. etc. etc.)
Nosotros nos perdimos esta segunda entrega porque Ana se tiró toda la nocha vomitando y nos pasamos el día de año nuevo en urgencias. Espero que cuando sea mayor pueda leer esto y darse cuenta de todos los "sacrificios" que sus padres han hecho por ella. Así cuando piense en llevarnos a una residencia, confío en que...
nos buscará una buenecita.

Si alguno de los que estuvisteis se quiere enrollar nos puede contar a los que nos lo perdimos como fue la cosa el domingo para que nos muramos de envidia. O las cosas que ocurrieron el sábado de madrugada (lo que se pueda contar), lo que os gustó de la comida o de los vestidos de las chorbas... en fin, lo que queráis.

Bueno, pues yendo a lo importante, copio aquí el enlace a las fotos de la nochevieja de este fin de año 2010.
NOCHE VIEJA 2010
¡Ah! y FELIZ 2011 A TODOS

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